Siguiendo la ruta que discurre río arriba, llegamos al famoso valle que fue distinguido por la Unesco como una muestra especial de la influencia humana. Esta es una de las muy pocas regiones del mundo que tiene doble mención: una por el vino y la otra por las más de 5.000 inscripciones rupestres de animales que se pueden admirar en el Valle de Coa y Siega Verde (esta ya traspasada la frontera con España)
Tu aventura te puede llevar hasta una Quinta, o bodega donde hay alojamiento, con privilegiadas vistas al río y al mar de viñas que se alínean suavemente por la pendiente de la montaña. Puedes ver a los lugareños trabajando en la tierra con la ayuda de mulas, ya que lo escarpado de las montañas no permite ninguna mecanización en la producción del vino.
Una vez allí, acompañado de tus seres queridos, encontrarás que el tiempo se detiene cuando te sientas a ver un atardecer reflejarse lentamente sobre el agua y saboreas una copa de vino. El río te lleva a través de indescriptibles paisajes, ya sea por unas pocas horas o incluso durante días. Probar vinos es sólo la antesala de sentimientos más profundos que quizá habías olvidado que tenías…
Me encanta mirar fotos con tranquilidad, fijarme en los colores y en las capas
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